La baja rentabilidad del Fondo de Reserva español: análisis crítico del sistema de pensiones

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hucha de pensiones

Última actualización: 12 de mayo de 2025

La gestión del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, conocido popularmente como la «hucha de las pensiones», vuelve a situarse en el punto de mira tras conocerse que España registra la segunda peor rentabilidad de toda la OCDE, solo por delante de Polonia. Este dato, revelado por el informe Pension Markets in Focus 2024, refleja un problema estructural que vengo señalando desde hace años: la ineficiencia en la gestión de nuestros recursos públicos y la falta de visión estratégica en las políticas de sostenibilidad del sistema de pensiones.

Un rendimiento alarmantemente bajo

Los datos no dejan lugar a dudas y son preocupantes para cualquier analista fiscal serio. A cierre de 2023, el Fondo de Reserva español representaba apenas un 0,4% del PIB nacional, con 5.672 millones de euros. Aunque el Ministerio de Seguridad Social proyecta alcanzar los 14.000 millones a finales de 2025, esta cifra sigue siendo insuficiente para garantizar la sostenibilidad del sistema.

Lo verdaderamente alarmante es la rentabilidad. En la última década, nuestro Fondo de Reserva ha obtenido un rendimiento medio negativo de -1,1%, situándose prácticamente a la cola de los países desarrollados. Solo Polonia, con un -1,2%, presenta peores resultados. Esta situación representa un doble problema: no solo tenemos uno de los fondos más pequeños en relación al PIB, sino que además su gestión financiera es manifiestamente mejorable.

Las consecuencias de una política de inversión conservadora

El problema fundamental reside en la estrategia de inversión excesivamente conservadora. Como señala explícitamente el informe de la OCDE, mientras que países como Japón o Suecia han obtenido rentabilidades significativamente superiores gracias a una cartera diversificada, «los fondos de reserva de las pensiones públicas en España y Estados Unidos solo poseen deuda pública».

Esta política ultraconservadora puede parecer prudente a primera vista, pero analizando los resultados, se revela como un grave error estratégico. La inflación y los bajos tipos de interés de los últimos años han erosionado el valor real de estos fondos, provocando rentabilidades negativas en términos reales.

Desde mi perspectiva como economista especializado en análisis fiscal, esto refleja un problema recurrente en la administración pública española: la aversión al riesgo se traduce en políticas que, paradójicamente, generan mayor inseguridad a largo plazo al deteriorar el valor de los recursos disponibles.

Cambios normativos: ¿demasiado poco y demasiado tarde?

En febrero de este año, el Gobierno aprobó un Real Decreto que desarrolla la regulación del Fondo de Reserva, ampliando las posibilidades de inversión para incluir títulos emitidos por personas jurídicas públicas nacionales y extranjeras «de calidad crediticia elevada con un significativo grado de liquidez».

Esta modificación normativa, aunque va en la dirección correcta, resulta insuficiente y llega tarde. Mientras otros países han diversificado sus carteras de forma efectiva durante años, obteniendo rendimientos positivos incluso en entornos económicos adversos, España ha mantenido una estrategia obsoleta que ha lastrado la rentabilidad del fondo.

Además, según fuentes de la Comisión de Supervisión del Fondo de Reserva, «por el momento, se sigue optando únicamente por bonos», lo que indica que los cambios normativos aún no se están traduciendo en una política de inversión realmente diferente.

La sostenibilidad del sistema de pensiones en entredicho

Este problema de rentabilidad no es meramente técnico, sino que tiene implicaciones directas en la sostenibilidad del sistema de pensiones. En mi libro «La trampa fiscal: Análisis crítico del sistema tributario español», ya advertía sobre cómo la ineficiencia en la gestión de recursos públicos compromete la viabilidad de nuestro Estado del Bienestar.

La cuota extra que incrementará el Fondo hasta los 14.000 millones en 2025 representa un parche temporal que no aborda los problemas estructurales. Si estos recursos continúan gestionándose con la misma estrategia de inversión, seguirán deteriorándose en términos reales.

Además, esta cuota extra no mejora las futuras prestaciones de los cotizantes actuales, lo que plantea serias dudas sobre la equidad intergeneracional del sistema. Los trabajadores de hoy están aportando recursos adicionales que no se traducirán en mejores pensiones mañana, mientras ven cómo estos fondos pierden valor por una gestión conservadora y poco eficiente.

Comparativa internacional: lecciones que no aprendemos

El análisis comparativo con otros países de la OCDE resulta especialmente revelador. Si analizamos horizontes temporales más amplios, la situación empeora aún más para España. Mientras que la rentabilidad de Polonia mejora si consideramos períodos de 15 y 20 años (llegando a situarse 0,9 puntos porcentuales por encima de España en este último caso), nuestro país mantiene una tendencia de rendimientos mediocres.

Esto demuestra que no estamos ante un problema coyuntural, sino ante una deficiencia estructural en la concepción y gestión del Fondo de Reserva. Países como Canadá, Australia o Noruega han desarrollado modelos de gestión de sus fondos de reserva que combinan prudencia con estrategias de inversión diversificadas y profesionalizadas, obteniendo rentabilidades significativamente superiores.

Propuestas para una reforma integral

Como economista especializado en política fiscal, considero que es urgente abordar una reforma integral de la gestión del Fondo de Reserva que debería contemplar:

  1. Profesionalización completa de la gestión: Crear una agencia independiente de gestión del Fondo, siguiendo modelos exitosos como el noruego, con criterios estrictamente técnicos y aislada de ciclos políticos.
  2. Diversificación real de la cartera: Establecer una estrategia de inversión diversificada que incluya, con los debidos controles, exposición a renta variable global, infraestructuras y otros activos con potencial de crecimiento a largo plazo.
  3. Transparencia y rendición de cuentas: Implementar mecanismos de evaluación periódica del rendimiento con benchmarks claros y comparables internacionalmente.
  4. Horizonte de inversión coherente: Alinear la estrategia de inversión con el horizonte temporal de los compromisos del sistema, permitiendo asumir volatilidad a corto plazo para obtener mejores rendimientos a largo plazo.
  5. Reforma fiscal integral: Complementar estas medidas con una reforma del sistema tributario que garantice fuentes de financiación estables para el sistema de pensiones, reduciendo la presión sobre el mercado laboral.

Conclusiones: un cambio de paradigma necesario

Los datos del informe de la OCDE no hacen sino confirmar lo que muchos analistas venimos advirtiendo: la gestión del Fondo de Reserva español necesita un cambio de paradigma urgente. La baja rentabilidad no es un dato técnico más, sino el síntoma de un problema más profundo en la concepción de nuestras políticas públicas.

Las reformas recientes, aunque van en la dirección correcta, son insuficientes y no abordan el problema fundamental: la necesidad de desarrollar una visión estratégica a largo plazo para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones.

La experiencia internacional demuestra que es posible combinar seguridad con rentabilidad razonable cuando se aplican criterios profesionales y se despolitiza la gestión de estos fondos. España no puede permitirse seguir a la cola de la OCDE en esta materia tan crucial para el futuro de millones de pensionistas actuales y futuros.

El verdadero conservadurismo no está en aferrarse a estrategias que han demostrado ser ineficientes, sino en implementar reformas valientes que garanticen la sostenibilidad a largo plazo de nuestro sistema de protección social. La baja rentabilidad del Fondo de Reserva es, en definitiva, el reflejo de una visión cortoplacista que está hipotecando nuestro futuro colectivo.

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Javier Alonso Méndez
Economista especializado en política fiscal y análisis macroeconómico. Licenciado en Economía por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en consultoras de análisis económico. Colaborador habitual en medios especializados y autor de "La trampa fiscal: Análisis crítico del sistema tributario español". Sus análisis se centran en la eficiencia del gasto público, reformas fiscales pro-crecimiento y el impacto de la regulación en la competitividad empresarial.
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